Desde que la era de la información comenzó a tomar forma, la cantidad de datos generados y compartidos en el mundo ha experimentado un crecimiento exponencial. A medida que los datos se han vuelto omnipresentes en nuestras vidas, la necesidad de contar con habilidades para leer, interpretar y analizar datos se ha vuelto crucial. En …
Podríamos asumir que “estamos protegidos” pero sin darnos cuenta somos nosotros los que diseminamos los datos por la red Si pensamos ¿ cuantas redes sociales o aplicaciones hemos instalado haciendo clic en «Estoy de acuerdo» luego perdemos el control ? ¿ Cuantas cuentas de usuario hemos creado dando datos personales y cuantas realmente utilizamos o tenemos activas? No vemos el peligro puesto que pensamos que son un par de datos personales sin importancia, a cambio de una aplicación gratuita. ¿A quién le importa si en una aplicación soy un gran fan de Madona, o en otra soy apasionado del montañismo y en una tercera digo que mi mejor amigo es Juan el contable de mi empresa? Parece inofensivo ¿no? El problema radica en lo que está sucediendo con todas estos conjuntos de datos: que de forma sistemática están siendo recopilados en todos nuestros dispositivos, servicios y cuentas. Y a la vez analizados para descubrir patrones íntimos digitales: como nuestros desplazamientos, relaciones, preferencias, creencias, para después se compartidos, y si… vendidos.